Las comunidades de aprendizaje son prácticas que si bien son recientes en entornos virtuales de aprendizaje, su práctica surgió desde el mismo origen del ser humano, al reconocerse y vivenciarse como un “ser social”. Una comunidad puede definirse como “un grupo de personas que comparten experiencias e intereses comunes y que se comunican e interrelacionan entre sí para conseguir los fines declarados y propuestos por sus integrantes a fin de salvaguardar la identidad y necesidades de sus integrantes” (Mercer, 2001)
Por tanto, la costumbre e incluso “la necesidad” de conformarse en comunidad es una actividad que surge con el origen del hombre a fin de sobrevivir en un entorno salvaje y desconocido. Entorno en el cual era necesario “agruparse” en subactividades que permitieran metas iniciales de “sustento y alimento”, conformándose con ello los primeros grupos de “agricultores, cazadores, supervisores” quienes a partir de su “propia identidad particularizada” ofrecen al resto metas para asegurar el “propósito macro” de subsistir en un “entorno salvaje y precario”…
Si bien el hombre y sus relaciones sociales han evolucionado, es una realidad que la actividad de conformarse en “comunidades” continua latente y presente en el actual entorno en el que nos desenvolvemos. Las comunidades y la interrelación entre sus integrantes, facilitan la construcción de “pensamientos colectivos” los cuales generarán ideas que son reconocidas, trasmitidas y apropiadas por cada miembro que participa en ella, las cuales dan lugar a la “identidad colectiva de la comunidad”, dicha “identidad” marcará los roles, reglas, líneas y el significado en cada acción realizada por sus integrantes, construyendo con ello su “propio lenguaje”, lenguaje especializado que contribuirá a una comunicación efectiva y asertiva en donde todos suman esfuerzos que paulatina y progresivamente llevará al logro de metas y objetivos declarados por ella misma, alineados en su esencia hacia la seguridad e integridad de sus miembros.
Partiendo de lo anterior, nuestra labor en el aula implica “relacionarnos en comunidad”, comunidad que nos permite varias cadenas sociales, en primer instancia con nuestros estudiantes a quienes estaremos formando para sean parte de colegas profesionales y que serán parte del lenguaje especializado de nuestra profesión, profesión que permitirá contribuir con responsabilidad social al desarrollo de todo un país. En segunda instancia con nuestros colegas docentes, con quienes construiremos comunidades incluso de “aprendizaje” permitiéndonos intercambiar estrategias, compartir experiencias, mejores prácticas e incluso retos a los que nos enfrentamos al formar profesionales dentro de nuestras aulas…
Siguiendo la definición de Rosa María Torres, (2004) sobre Comunidad de Aprendizaje…
“Una comunidad construye y se involucra en dar respuesta y seguimiento a un proyecto educativo y cultural, para educarse a sí misma, a sus miembros, en un marco de esfuerzo endógeno, cooperativo y solidario, basado en la labor por identificar su propio diagnóstico, no solo de sus carencias sino, sobre todo, de sus fortalezas para superar a partir de ellas las debilidades….”
Por tanto, la comunidad de aprendizaje surge del interés que los propios integrantes tienen sobre un tema y meta común, aprender juntos, estableciendo un espacio para compartir, reflexionar, aprender en grupo, generando interdependencia que fortalezca las actividades profesionales, educativas y personales de sus miembros.
Continuando con la definición de Rosa María Torres sobre comunidades de aprendizaje, podemos fortalecer comentando, que…
“La única posibilidad de asegurar educación para todos y aprendizaje permanente y de calidad, es haciendo de la educación una necesidad y una tarea de todos, desarrollando y sincronizando recursos y esfuerzos a fin de asegurar condiciones de viabilidad, calidad y equidad educativa”
Sus principales características…
Te invitamos a integrarte a tu “Comunidad de Aprendizaje” en tu área disciplinar…
¡Súmate y se parte de nuestro Proyecto “Formando Profesionales Lince”!
Sandra Ivette Moreno Alcántara